Facundo permite que estudiantes destacados y con riesgo de deserción por vulnerabilidad económica puedan continuar sus estudios. Ideó un sistema de becas en las que un padrino puede solventar los gastos de cada estudiante. Pero el padrino no es anónimo, sino que se convierte en tutor del becado. Ese enfoque vinculante y personalizado permite que los becados reciban herramientas para crecer como personas capaces de autosustentarse y de ayudar a los demás. Los lleva a encarar los estudios motivados y contenidos: “Una de las gratificaciones más grandes que tenemos es cuando un ex becario se acerca a llenar el Alta de Padrino, hacer un aporte económico u ofrecerse como voluntario”.
Tanto en Córdoba como en otras filiales organizan talleres los sábados, en alianza con otras instituciones. Allí, los chicos reciben formación y aprenden algunos oficios como cocina y artesanías. También hacen foco en la recreación y el deporte. El ciclo se completa con la Bolsa de Trabajo, mediante la cual buscan la inserción laboral de los becarios que terminan sus estudios. “Nos interesan las personas, sus problemas, sus sueños, sus luchas”, reconoce Facundo.
1.100 becarios, más de 200 voluntarios, 13 filiales (2 de ellas en Bolivia), 10 padrinos ex becarios, 80 empresas que aportan, 2 fundaciones que financian becas, 400 padrinos particulares. “No solo buscamos el crecimiento cuantitativo, sino también el cualitativo. Nuestros chicos se merecen lo mejor de nosotros. Mientras ellos se esfuerzan y luchan por lograr sus metas académicas, nosotros debemos acompañarlos cada día mejor”.
“Los becarios son quienes le dan sentido a mis días y por ellos doy todo. No pasa una sola semana sin que vaya a sus barrios y, entre mate y mate, me enriquezcan con sus historias, recibiendo fuerza para sortear cualquier obstáculo”.
