Andrés Kogan

Desde el inicio de sus actividades, Alegría Intensiva lleva acumuladas más de 70 mil horas de payasos de hospital dedicados a alrededor de un millón de niñas y niños hospitalizados.

La internación hospitalaria es una experiencia de vida sumamente traumática; tanto los niños como los adultos perdemos el contacto con el hogar, la escuela, el trabajo y los afectos. En este contexto, las personas viven sensaciones de ansiedad, miedo, estrés e incertidumbre. Además, los niños pierden un lenguaje que les es propio: el juego. El trabajo de los payasos de hospital se realiza a través del arte como herramienta, busca generar  un espacio de diversión y juego, ayudando a los niños y niñas a sentirse más cómodos, confiados y seguros durante su paso por el hospital.

Desde los comienzos de su vida profesional, Andrés siempre se preocupó por el bienestar de niños, niñas y adolescentes. “Comencé como maestro jardinero, pero al cursar la carrera de Medicina en la Universidad de Buenos Aires, realicé el ciclo clínico de la carrera en un hospital del conurbano donde ví en primera persona problemáticas como la falta de acceso a la salud de muchos niños y niñas, la pobreza y la falta de infraestructura. Esto convivía con las ganas y la vocación de un excelente equipo de profesionales de la salud”, destaca Andrés. “Algunos años después, junto con un amigo médico, conocimos organizaciones de payasos de hospital en otras partes del mundo y decidimos traer esta práctica a la Argentina. En junio de 2008, luego de seis años de trabajo silencioso, debutaron los primeros payasos de hospital de Alegría Intensiva en el Hospital Garrahan, en CABA”, agrega.