Desde hace 14 años, Alberto se enfrenta al hambre y a las enfermedades de los pueblos rurales más desprotegidos del Chaco. A la par que lleva adelante su comercio de frutas y verduras en la localidad bonaerense de 9 de Julio, reúne donaciones de distintos puntos del país y las traslada en camión junto a su mujer y una tropa de voluntarios. Además de ropa, alimentos, remedios y útiles escolares, llevan un camión-circo para que los chicos puedan disfrutar de un momento de esparcimiento inusual para ellos.
A través de Facebook, el hijo de Alberto consiguió adeptos en más de 14 ciudades, que se suman a esta iniciativa. Desde estos 14 puntos del país, más de 50 voluntarios reúnen donaciones y acompañan al camión de Alberto desde un colectivo que se alquila y solventa con dinero personal de cada participante.
Más de 4000 personas esperan la llegada de la caravana que lidera el camión de Alberto. En ese tráiler llegan dos tipos de cosas: las materiales, que ayudan a cubrir necesidades básicas (leche en polvo, lápices y cuadernos para estudiar, remedios elementales de primeros auxilios, etc.); y las afectivas, con la llegada de los payasos y el acompañamiento emocional.
“Mi sueño es hacer pozos de agua para las comunidades, porque muchas no tienen o la que tienen está contaminada. Les cambia la vida: podrían tener salud, cultivar, higienizarse”.